El exhaustivo estudio técnico que
los Ingenieros Manuel Díaz-Marta y
David Fernández-Ordóñez hacen de la
Presa del Estanque y el abastecimiento a
Guadalupel no necesita, en nuestra opinión,
ningún comentario. Con estas precisiones
queremos aportar una serie de
informaciones históricas sobre ambas
obras hidráulicas que no se reflejan en su
trabajo.
EL ESTANQUE Y SUS MOLINOS
Levantado a principios del siglo XV,
como bien apuntan los mencionados ingenieros,
no señalan el contexto en que
se edificó. Por eso habría que decir que
se encuadra en la serie de construcciones
realizadas por los Jerónimos cuando
tomaron posesión del Monasterio de Santa
María de Guadalupe en Octubre de
1389.El P. Fray Gonzalo de Ocaña, bajo cuyo
mandato se construyó esta presa, fue
elegido prior en el mes de Septiembre
de 14 15. Ejerció su oficio durante catorce
años. Al año siguiente de su elección hubo,
en Guadalupe, una gran sequía, que
duró hasta el año 1418, en que se produjeron
abundantes lluvias. Con la erección
de esta obra, las aguas del río Guadalupejo,
tan importantes en la economía3 del
monasterio, quedaron reguladas. Asimismo
hizo roturar los inmensos encinares y
matorrales en los distintos terrenos que
pertenecían a este convento.
El primero de los historiadores del
Monasterio de Guadalupe que habla de
esta obra hidráulica y de su importancia
fue el P. Fray Gabriel de Talavera, que a
finales del siglo XVI escribió sobre ella4
((Este río [el Guadalupe o Guadalupejo]
de tanto provecho, va con muchas vueltas
y ensenadas culebreando, y antes
de que entre en Guadiana, y salga de
nuestros términos, son tantos los arroyos
y fuentes, que le acompañan, y dan
tributo, que creciendo con pujanza vienen
a hacer un estanque tan copioso,
que parece se le puede dar título de
mar, guardando el estilo y término de
la escritura. Es abundante de sabrosa y
regalada pesca. Al cabo de él está una
presa muy alta, que atravesando el valle,
pasa de la una a la otra ribera, y reprime
el ímpetu furioso de las aguas.
Aquí se levanta, un edificio bien suntuoso,
que los primeros hermitaños,
moradores del Monasterio, hicieron
para molinos y entre las ruedas que en
61 se mueven hay una de tanta velocidad,
y presteza, que muele cada hora
doce grandes fanegas de trigo.